“Si empiezas a echarme
de menos recuerda que yo no me fui, tú me dejaste ir"
Anónimo.
Ya lo dice el refranero español,
el perro del hortelano: aquella persona que ni come, ni deja comer. Pues
imagínate si la persona que te ha dejado, es una de ellas. Y por lo visto, no
solamente decide acabar con la relación, sino que además, se molesta si ve que
eres capaz de rehacer tu vida, y eres feliz.
¿Te suena verdad? Hablemos un poco más de este famoso caso.
Todos tenemos un familiar, amigo
o conocido que decidió acabar con su relación al que le oímos decir: “le he visto con otra
persona, no quiero ni saber lo que hacen, ahora disfruta de lo que yo
disfrutaba, etc.”, o puede que nosotros mismos nos hayamos visto en esa
situación. Os presentamos pues a los conocidos cómo “el perro del hortelano”:
ni comen, ni dejan comer.
No quieren estar con esa persona,
pero tampoco quieren que nadie esté con su ex. Esto puede confundir a la ex
pareja, y creer que hay posibilidad de volver a entablar la relación, pero el
hecho de que el otro miembro pueda sentir celos o no quiera ver a su ex con
otra persona, no significa que exista la opción de reanudar la vida en pareja. Cada
persona es única y diferente por lo que el final de una relación se vive de
infinitas maneras.
Entendemos que “la persona
dejada” sienta esos celos y no quiera ver a su ex que ama o amaba con nadie
más, pero, ¿Y el que decidió acabar con la relación? Ya que si anteriormente
quiso a esa persona, debería, por lo tanto, desear la felicidad de su ex
pareja, ya sea sola o acompañada. Entonces, ¿Por qué siente esos celos y esa
necesidad de poseer todavía la vida de la otra persona? ¿Por qué sigue queriendo
que sólo sea para sí mismo? ¿Acaso queremos lo que no tenemos?
Uno de los procesos de una
ruptura es la posesión por la otra persona. Dejar de sentirlo tuyo. Brenda Callejas,
psicóloga, afirma que uno de los aspectos que más cuesta superar es el de la
posesión: “Cuando una pareja decide disolver el compromiso que se tiene, lo más
complejo de superar es darse cuenta de que a partir del momento en que se ha
decidido alejarse uno del otro, cualquiera de los dos tiene derecho a
establecer intimidad o de rehacer su vida amorosa”. Además, afirma que: “El sentimiento de posesión tarda bastante en irse y es un sentimiento
muy fuerte con el que se debe luchar sobre todo los primeros meses, aunque la
decisión haya sido de mutuo acuerdo”.
No nos podemos olvidar, que tras
una ruptura es necesaria la elaboración del “duelo”,
para dejar lo que ya no está y abrirse a las situaciones nuevas. Han de
dejar el desenganche emocional (que no amoroso) que ya no existe entre ambos, o
en uno de los miembros de la pareja. Todo este proceso conlleva tiempo de
adaptación; dejar de pensar en la relación anterior y adaptarse a la situación
actual: reconocer que ya no estamos con esa persona, y empezar a pensar en
nosotros mismos. Es por eso que en algunos casos, puedan seguir existiendo esos
celos o posesión por parte de la ex pareja, que le cueste ver al otro feliz, o
compartiendo su vida con alguien.
Finalmente, ¿Os ha recordado a
alguna experiencia cercana? ¿Tenéis una persona próxima que ni come ni deja
comer? Si queréis compartir vuestra experiencia con nosotros, dejar algún
comentario o sugerencia, o resolver cualquier duda que tengáis, recordad que
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